Cristina ha hecho muchas cosas en su vida, desde ser madre y poner un colegio, hasta tener una franquicia de hermosas telas españolas. Pero hay algo que siempre estuvo ahí: el arte y el bridge. Viaja, disfruta, ama los animales y tiene una burra que se llama Lucinda. Con sus obras ha expuesto en diferentes lugares del mundo. Destacamos su intensidad y la paleta que usa para transmitir. Tuvimos el agrado de compartir una amena charla con «Pichu», ¡te invitamos a conocerla!.
¿Cómo llegó el arte a tu vida?
Cuando era chica y estaba en primero de Liceo tenía una profesora de dibujo que lo único que hacía era pedirnos que copiaramos la jarra y la naranja, así fue todo el año y como yo estaba tan aburrida, me fui a todas las materias por abandono de dibujo. Después hice medicina hasta que vi la sangre (risas), en ese entonces me ennovié con un chico argentino y pensé en apuntarme a algún taller en donde pudiera tener faltas, así me podía ir a Buenos Aires cuando tuviera ganas. Entonces, me anoté en la UTU de Artes Aplicadas en Montevideo, en donde se estudiaba publicidad. A partir de ahí me empezó a encantar el dibujo, la historia del arte y todo lo relacionado. Teníamos profesores como Nelson Ramos y Anhelo Hernández, que sus clases eran espectaculares. Cuando me recibí de publicista, uno de los profesores me ofreció trabajo en una imprenta, así que estuve un mes armando un libro -que en ese entonces se hacían letra por letra-, pero resulta que no me pagaron lo acordado, así que lo dejé. Ahí surgió la posibilidad de trabajar como profesora de inglés, haciendo una suplencia a una amiga con la que jugábamos a la canasta, cambié mi rumbo y empecé profesorado de inglés, terminé poniendo un colegio, el St. Patrick’s en el que éramos un montón de mujeres. Me terminé desvinculando. A los 35 años, cuando nació mi segundo hijo dije: “voy a pintar de nuevo”, retomé aquello que estaba latente y me encantó, fue una liberación, lo único que me preocupaba era qué color iba al lado del otro, los valores, la composición.
¿Cómo continuó tu formación?
Empecé a ir con Betty Fernández, que era la señora de Ribeiro, excelente profesora, que cuando volvió para España nos dejó la posibilidad de seguir con Walter Nadal o con Gabriela Acevedo. Con Walter estuve varios años, también un profesor excelente que nos enseñaba todo desde cero, el modo de observar los valores y las oscuridades. Después estuve unos años con Gabriela Acevedo, con la que sigo una amistad tremenda. También pasé por el taller de Gerardo Acuña, otro profesorazo y actualmente con Rogelio Osorio, un crack.
¿En tu familia había artistas?
Mi tía pintaba muy bien, era profesora de dibujo y mi madre era realmente muy creativa. Tenía una fábrica de juguetes en la que llegaron a hacer 110 modelos, todos creados por ellas, le vendían a las grandes tiendas de Montevideo. Y como anécdota, una vez nos fuimos a pasar una Navidad con mis hijos, mi consuegra y mi mamá a Nueva York y no teníamos arbolito, entonces encontró una bolsa de Macy’s marrón que tenía las asas rojas, compró cinta, armó redondeles tipo chirimbolos y abajo puso los regalos con la nieve. ¡Fue inolvidable!
¿Cuál es la técnica que más te gusta utilizar?
El óleo y ahora con espátula, -amo la espátula-, pero he ido cambiando, me gusta experimentar y probar de todo un poco. Tengo trabajos hasta con crayolas, también trabajé con barro ¡que me encantó!, pero ahí tenés que tener más tiempo. A mí me encanta el taller porque no importa si ensucio o no ensucio. (risas)
¿Cuales son los motivos que más te gusta pintar?
Comencé con paisajes, que es lo más fácil, pero siempre me gustó dejarme llevar. También amo la figura humana y estuve un tiempo con ese motivo, pero ahora estoy yendo hacia lo abstracto, muchas veces con algo de figurativo.
¿Dónde encuentras tu mayor inspiración?
En los viajes, las diferentes culturas y la naturaleza. Me encanta ir a exposiciones, recorrer el mundo, ver a los diferentes artistas y épocas. Uno de los viajes más lindos que hice fue a la India, Vietnam y Camboya. A raíz de eso hice una serie de nenúfares y varias exposiciones con ellos. También me inspiro en mi familia, mis nietos. Tengo una hija que vive en España hace 10 años y dos nietos allá, así que me voy para España en invierno y en verano disfruto de mis otros nietos por acá. El viajar me ha dado la posibilidad, por ejemplo, de ir al Museo del Prado todos los años, esos son paseos que me inspiran y me nutren un montón.
¿Cómo has vivido los momentos de exposiciones?
Las experiencias siempre son lindas y con mucha ilusión de mostrar la obra, de que a la gente le guste. Hicimos varias exposiciones con Esther Kaplan, Gabriela Acevedo, con Walter Nadal expusimos en el Cuartel de Dragones, la Intendencia, en el Museo Mazzoni, en “Alucinarte” un evento espectacular acá en La Barra, que te recibía un robot con luces y estaba todo armado para que vivas una experiencia muy diferente de muestra. Expuse en Rio Negro, San José, en varios lugares del interior y también en Los Ángeles, en Madrid, en Cabo San Lucas -México-, no me puedo quejar. También con Gabiela hicimos una exposición en la histórica casa de mi bisabuelo, Enrique Burnett.
¿Cómo recuerdas la historia de tu bisabuelo?
Él era un marino inglés que trabajaba para la armada y vino en un barco llamado ‘Bombay’, en altamar se incendió y llegó a costas uruguayas. Por el incendio fue a un sanatorio y lo atendió una enfermera que se llamaba Carmen Rodríguez, su familia había venido de las Islas Canarias. Se enamoró y le juró casamiento, fue a Inglaterra, salió de la armada y vino a formar su familia. Su casa estaba en medio de la arena y cuando soplaba el pampero, los vecinos no podían abrir las puertas de sus casas porque muchísima arena entraba. Entonces para solucionarlo, trajo el primer cargamento de semillas de pino. Plantó una por una, pero no resistieron los vientos, así que trajo la especie “Uña de león” para contener las dunas y ahí sí logró que los pinos prendieran para frenar los vientos.
¿Qué es el arte para tí?
Es un modo de expresión, algunos lo tienen a raíz de la palabra, otros a raíz del arte, es una manera de hablar de algo. Yo por lo general hablo de temas que me gustan, nunca hablaría de la miseria de la vida porque me parece que no es agradable, en cambio me gusta hablar de lo que la vida nos dio y tenemos gratis, como la naturaleza, la alegría, los colores. Verlos, disfrutarlos, sentirlos, olerlos, poder transmitir todo eso en un cuadro sería lo máximo para mí… sigo en esa búsqueda, siempre agradeciendo lo que Dios nos dio. Porque pienso que somos bendecidos pudiendo transmitir algo positivo, para que alguien lo pueda tener en su casa y disfrutar.
Atelier: Ruta 10 esq. Los Suspiros (La Barra)
FB: @Pichuburnettoleos IG: burnett_arte
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Esther
7 febrero, 2022 a 20:21Es una excelente artista!!!!
Muy sensible y lo transmite en sus obras.