Entrevista a Micaela

«La chica de los veleros»

Micaela nace a pocas cuadras del faro de Punta del Este, ese ambiente marítimo de veleros, yates, regatas y cruceros se despertó una pasión. Dinámica, vibrante y de gusto exquisito, Micaela transforma sus lienzos en marinas imponentes, con proas desafiantes, faros inquebrantables y vientos embravecidos, pero con una paleta viva y audaz. Te invitamos a adentrarte en el camino que ha recorrido…

¿Cómo comenzó tu gusto por las artes?

Desde chica pinto, siempre lo hice, pero no fue algo programado. Estaba en Buenos Aires estudiando y pintando, y me hice amiga de un montón de gente que pintaba. Yo estaba muy sentimental porque había fallecido mi papá y me había ido a vivir a Buenos Aires, entonces pintaba veleros porque era “mi casa”, era Punta del Este. Yo nací a dos cuadras del puerto, era el lugar en que me crié prácticamente. Pintar un velero era estar con mi familia, con mi padre. Lo hacía como algo que me gustaba y no por trabajo o comercial.

¿Dónde adquiriste tus conocimientos técnicos?

En el Colegio de monjas hacíamos óleo, la hermana Mercedes nos hacía pintar y diseñar, yo estaba siempre en la cartelera y me encantaba (risas) En Secundaria también, las perspectivas hasta el día de hoy me encantan. Después, en la Facultad de Arquitectura de Interiores había una materia llamada “Visión” que usábamos aguadas, óleos, acuarelas y tintas para hacer las perspectivas. También en El Teatro San Martín, en avenida Corrientes, hice un taller de tintas con Daniela Jozami.

¿Cómo comenzaste a mostrar tu trabajo?

Un amigo que hacía máscaras me dijo: ¿Por qué no expones?, al principio no me animaba, pero con su impulso comencé. La primera vez que mostré algo fue en la placita Dorrego en San Telmo. Después fuimos a la Facultad de Arquitectura y en el patio mostramos cuadros más grandes, ahí me empezaron a decir “La chica de los veleros”, porque por lo general se veían bodegones. Recorrimos bibliotecas, restaurantes… todo muy under, hasta que un día me seleccionan entre 800 personas para exponer en el Museo de la ciudad de Buenos Aires, los domingos había una feria de mejor categoría, para los más destacados. Allí interactuaba con la gente y observé que llamaba la atención la temática de veleros y al mencionar que era de Punta del Este resultaba que muchos conocían a mi papá, porque era el dueño del Restaurante “El ciclista”, famoso en ese entonces. En toda esa movida, conocí a unas señoras que eran las dueñas de Galería Forma, que fue donde hice mi primera muestra en Santa Fe y Aráoz. Yo, a su vez, seguía estudiando arquitectura de interiores. Así que vine a Uruguay, seguí exponiendo y comencé a vender en la feria, con un stand muy prolijo, que por suerte vendía un montón.

¿Sentiste un antes y un después en tu carrera?

Sí, un día me sugieren presentarme a un concurso de pintura marítima en Montevideo. Al mes me llama mi mamá diciendo que me había llegado un telegrama a casa que decía que había ganado el concurso de pintura. Ahí hice un click, sentí que tenía que tener responsabilidad y conocimiento sobre lo que estaba haciendo, no podía pintar un barco solo porque era algo sentimental. Así que desde ese entonces he estado estudiando sobre ­embarcaciones, arquitectos navales y encuentro que todo tiene una relación. Con el tiempo seguí creciendo y un día tuve que tomar una decisión, porque no podía trabajar como arquitecta de interiores y a su vez pintar, debía tomar más forma mi vida como artista, así que renuncié y me dediqué de lleno a la pintura.

¿Cómo es tu proceso creativo?

Siempre estudio cuáles son los modelos y las carreras que están sucediendo en el planeta, pero al momento de subir a la tela es mi pensamiento, el pincel y la tela. Si yo saco una foto, no sé qué pasó antes o después, no tiene vida, no sé qué está pasando, en cambio si hago una filmación, sé qué pasó, cómo vino y cómo se fue ese velero, entonces al momento de pintarlo tengo toda una secuencia, mi inspiración es en base a esa filmación. De todos modos siempre intento pintar a mi manera, involucrarme y ser yo misma en la obra, lo cual me da una marca personal.

¿Qué es lo que te interesa transmitir?

Me dedico a la adrenalina de un deporte, de trabajar en equipo y a veces en solitario, pero lo que presento en la obra es todo lo que significa estar en el mar: el trabajo, el equipo, la competencia, el instante de este deporte apasionante que es la náutica. Es como un retrato de todo ello, entonces juego con los colores e intento mostrarlo desde un punto de vista mío, personal, femenino. He trabajado mucho dentro de la náutica y con gente dedicada a eso, en Argentina soy muy reconocida por ello.

Has recorrido el mundo con tu obra

Sí, mi primer muestra en el exterior fue en Holanda de la mano de Adolfo Sayago que me abrió las puertas. Con el tiempo la obra se mueve sola por diversos lados: Shanghai, Australia, España, Italia, Inglaterra, Francia. La última muestra fue en el salón náutico de Francia, antes de la pandemia, fue impresionante ver a 20 mil franceses viendo con admiración mi obra y también cuando hablo de Punta del Este la gente conoce, es como una marca.

¿Qué satisfacciones te ha dado?

Lo más destacado es que los reyes de Malasia me compraron una obra, fue increíble, que ellos que han visto tantas cosas les haya gustado. También he visto niños que se emocionan o gente que te dice: “¡Al fin me compré un Micaela!” Y me abrazan y lloran… eso me emociona porque van a convivir con una parte mía, es muy importante. Algunos dicen que se mueven mucho mis cuadros, también por eso a veces me llaman “La pintora del viento».

Has recibido varios reconocimientos

Sí, muchos por suerte. Hace unos años recibí el premio a la “Excelencia en Pintura Marítima” de la Asociación de Pintores Marítimos de Estados Unidos. Más recientemente la mujer del año en la categoría Artes Plásticas y también el premio “Manuel Oribe”.

¿Qué le podes transmitir a quienes están comenzando a pintar?

Lo que me dijo mi gran amigo Cacho Tejera: «Tenes que trabajar muchas horas de taller Micaela, y dejá de usar esos pinceles de porquería» (risas) Que deben ser sí mismos, el taller es como se va creando el oficio y la mano. Luego hacés los cuadros más rápido por la síntesis que vas haciendo. Yo trabajo muchas horas y ahí me da para crear, para pensar. También hay gente que nace con algo especial para esto, no sé cómo explicarlo.

¿En qué proyectos estuviste trabajando durante la pandemia?

Con la pandemia no se sabía qué iba a pasar mañana, pero encontré la posibilidad de investigar, de jugar conmigo misma e irme del parámetro en el que estaba. Fue enriquecedor e hice cosas que hacía tiempo pensaba: trabajé con pigmentos, resinas, un poco como alquimista, fui buscando y mezclando. Salieron lindas obras, la gente las percibió bien también. También un proyecto sobre artistas de la historia que me encantan, como forma de homenaje y pinté las velas de mis barcos, pueden ir a ver la muestra en el Museo Ralli.

¿Tienes alguna muestra pautada?

Sí, en Yacht Club de Punta del Este después del 3 de enero. También en el Salón Náutico Argentino tengo pautada una muestra. Además, se puede ver mi obra con ­previa coordinación en mi atelier.

«Mi obra va dedicada a los que aman el mar»

Ruta 10  Km 179.200 (Santa Mónica – José Ignacio)
www.micaelamarineart.com
marineartistmicaela@gmail.com

Comentarios

mood_bad
  • Sin comentarios aún.
  • chat
    Añadir un comentario